Símbolo de pureza e inocencia en occidente, el color blanco se ha asociado históricamente a lo fresco, a lo limpio.
En el siglo XIX, la reina Victoria impuso el tradicional traje de novia blanco como expresión de castidad y pureza. Hoy en día da igual con el color que te cases o si te casas o no y con quien te emparejes, lo importante es que tu espíritu fluya y en ese fluir el blanco sigue teniendo un papel importante por su luz, su simplicidad y su sencillez.
Lejos de la luminosidad de los oropeles, el color blanco ilumina a través de ti, es un color que te ayuda a expresar la alegría, a mejorar el aspecto. Y que decir si estamos morenitas, entonces es el aliado ideal para todo. Un solo vestido blanco te va a servir para recibir en casa, estar en casa y salir de casa. Es simplemente perfecto.
Además admite todo, dependiendo de tu estado de ánimo ponle o no color, combínalo con elementos vivos y haz que hable por ti, verás que se convierte en un compañero impagable.
En el mundo de la estética, a veces nos calientan mucho la cabeza con lo que nos va bien y lo que no, con lo que mejora y lo que no, y en la mayoría de las ocasiones es tan fácil como esto: recurre al blanco y adórnalo: con negro si buscas elegancia, con color si estas alegre, con ambos si quieres dar un toque chic a tu aspecto, y ten por seguro que no te vas a equivocar.
Finalmente, y a modo de curiosidad os contaré que los pigmentos blancos que se han utilizado a lo largo del tiempo para obtener el color blanco han sido variadísimos: usando plomo, zinc o tiza mezclada con vidrio por ejemplo, o como egipcios en la antigüedad y aún hoy los japoneses que han conseguido un tono único usando el costoso nácar para obtener este pigmento, que le confiere un bellísimo toque brillante al que nadie puede resistirse.
Y hablando de blanco, aquí os dejo un vídeo con estilismos en blanco, por dar ideas….