Nuestro organismo es una orquesta de la que tú debes ser un director responsable, y lo que no debemos olvidar es que cuerpo, mente y cerebro actúan al unísono. Es decir, tu alimentación va a repercutir en tu estado físico y este en tu sistema nervioso, en tu cerebro y en tu forma de posicionarte en la vida, en tu forma de pensar.
Hoy se sabe que la alimentación y el ejercicio inciden de manera importantísima en la salud de nuestro organismo de manera integral, que no hay nada que funcione por separado, que la torre de control que creemos tener sobre los hombros, siempre en posesión de la verdad es una ficción. Física y química determinan tu estado de ser y de sentir y el papel clave de la alimentación y el ejercicio es indiscutible.
El ejercicio tiene, en particular , un doble efecto que conviene tener muy en cuenta: por un lado nos ayuda a regular nuestro peso, a controlarlo mejor, y por otro lado activa también una parte del cerebro que sirve para reforzar el área de interconexión de las neuronas, es decir incrementa la plasticidad del mismo. Fijaos la importancia de moverse.
Todo está conectado, y cuando tomamos conciencia de esto, somos capaces de decidir conscientemente el rumbo que queremos que nuestra vida tome , y no solo a nivel físico sino de salud mental y emocional. La plasticidad de nuestro cerebro es increíble y lejos de envejecer y deteriorarse con los años, tiene un margen de regeneración importante, esa posibilidad se encierra en la capacidad que tenemos para ser positivos, ponernos metas, vivir con alegría y a este estado de sentir podemos llegar más fácilmente través del ejercicio físico. Vamos a movernos y vamos a ayudar a nuestro cerebro a mantenerse también en forma, ya lo decían los antiguos: ”mens sana in corpore sano”. ¿Tenéis alguna duda? ¡Pues a moverse sin excusas!