Después de la dureza de estos últimos años, que para todos, a determinados niveles, han supuesto un antes y un después, hay que darse un respiro y permitir que el color y la alegría salgan del rincón y tomen las calle. No se me ocurre una forma de invitar a este estado de ánimo más rápida y barata que el buen rollo de los estampados, que dicen mucho acerca de cómo estamos y cómo nos sentimos, porque la vestimenta ha sido y es forma de identidad social que refuerza nuestra personalidad y nuestra pertenencia al grupo.
El origen de los estampados es difícil de determinar, desde que se inventan los telares, allá por el Neolítico, la combinación imaginativa de los hilos ha sido una constante, los bordados y la estampación vendrán después y seguirán expresando lo mejor de la fantasía humana. En la actualidad, el reciente uso de diferentes materiales sintéticos para obtener efectos llamativos sigue poniendo de manifiesto como la tecnología y la creatividad se unen para llenar de belleza esa segunda piel que son los tejidos que seleccionamos.
Los estampados siempre son bienvenidos, sea la época que sea, lo oportuno del estilismo está en el equilibrado juego de colores que selecciones y en el uso de los complementos con que termines de perfilar la combinación. Pero si hay un momento en el que los estampados nos invitan a jugar con ellos, esas estaciones son la primavera y también el verano, por supuesto. Las flores están en la calle y nos apetece cubrirnos con ellas. No nos resistimos, ni queremos, al luminoso encanto del color en su forma estampada, en cualquiera de sus variedades: cuadros; lunares; rayas; flores; frutas….
Por eso vístete de flores y de color, y hazle un guiño a la vida. Y otra cosa, atrévete a mezclar, se osada, que no te asuste el colorido. Como he dicho antes, busca el equilibrio y brilla porque los estampados se han inventado para eso, para que ilumines tu solita al mundo entero.