En nuestro día a día hay propósitos que se atragantan como una bola de lana en la garganta resultándonos asfixiantes. Cuando nos planteamos un objetivo es importante entender que esto mismo implica un esfuerzo, un compromiso que, en muchos casos, al ponerlo en práctica, se enfrenta a las exigencias de nuestro entorno familiar, doméstico, social o laboral, o incluso al estado físico y mental en el que nos encontramos, por eso es importante tener en cuenta dos cosas:
La primera es que todo logro requiere tiempo y paciencia así que dáselo y aprende a reconocer que cada paso, por pequeño que sea te acerca a la meta.
La segunda es la necesidad de una hoja de ruta seria y coherente, esa guía es la rutina que te impones, como una baranda para asirte a ella y caminar, adaptada a ti, a tus horarios, a tus límites y a tu entorno. Es, por eso, importante dedicar un tiempo a pensar a conciencia los compromisos cotidianos que puedes asumir contigo misma para que esa rutina sea real, sólida y te ayude a alcanzar tus objetivos.
Te enseño la mía en el vídeo que comparto abajo, con el único objetivo de mostrarte lo que a mi me funciona, que he hecho de ello hábito y para animarte a crear la tuya, que te ayude a sentir el éxito de los propósitos consolidados