SOLSTICIO

Año tras año el comienzo de la época estival es festiva siempre.  La calidez de la temperatura, la relajación de los momentos, la música,  la ilusión de los viajes, el horizonte a lo lejos del tiempo que vendrá pero que aún se intuye  distante…. en Septiembre, todo queda para Septiembre. Y el  pasado al que damos carpetazo….también hasta Septiembre, quizás con nuevas ganas, nuevos proyectos, a veces, nuevas ilusiones.

 Con el solsticio de  verano, de este verano, no solo el clima sino la atmósfera han cambiado, la energía es  ahora, por fin, con mayor o menos razón,  más positiva, en un intento de superar los miedos que nos ha dejado la duradera pandemia. Frente a ellos la alegría de poder reencontrarnos, reír juntos y vernos otra vez las caras  en la imprescindible cercanía humana, tan necesaria, tan perdida en este año y medio.

 Empieza el verano, comienza nuestro viaje a la normalidad, a gozar de la vida, a las risas compartidas, a disfrutar de la luz y del sol, a regalarle a nuestro cuerpo un poco de paz, que se lo merece. Un viaje para alejarnos de tanto estrés y quemar en las hogueras los malos recuerdos, de los que pocos se han librado, para emborracharnos de vida a tope.

Todas las culturas han desarrollado históricamente sus tradiciones y mitos en torno a este momento mágico. Han llenado su folclore de hadas, duendes, ritos, magia…Al final, si nos damos cuenta lo que subyace es el concepto de lo opuesto, de lo que se deja atrás, porque el solsticio de verano es el otro momento del año en el que el triunfo del sol y de la vida es total.

Y yo con eso me quedo. Nuestro viaje lo es a donde los sueños nos lleven, con la magia de la amistad y el regalo, siempre impagable, de la vida.

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