Mis brazos:
saltan de mis hombros;
mis brazos: alas.
No de plumas: acuosos…
Planean sobre las azoteas,
más arriba… Entoldan.
Se vierten en lluvias:
aguas de mar,
lágrimas,
sal humana…
Mi lengua:
madura…
Ríos floridos
bajan de sus pétalos. (Poema Ecuación de Alfonsina Storni)
Tus brazos que acaban en esas manos tan productivas que cuentan tu historia. Brazos a veces doloridos, rabiosamente activos, siempre coquetos. Hay que cantar a la maravilla que es nuestro cuerpo, hay que agradecerlo y cuidarlo porque, ya sabéis, estará con nosotros hasta el final.
Hoy, primeros días de primavera, mis esfuerzos están en ellos, y los tuyos deben estarlo también. El tiempo pasa, su musculatura se ablanda y te piden a gritos que los fortalezcas. Que no te engañen, ni cremas ni cirugías ni tratamientos costosos te van a servir, solo te servirá tu fuerza de voluntad, tu agradecimiento hacia ellos y tu sentido común de cuidarlos para seguir siendo la que eres,. Y para eso solo hay un camino: el trabajo, que no tiene por qué ser duro, tres simples gestos diarios en forma de ejercicios y el tiempo, poco tiempo, te hará notar los cambios.
Ni mancuernas ni gomas elásticas, ni aparatos, si los tienes bien, si no, recurre a botellas rellenas de arena o bricks de leche o algún otro recurso o selecciona ejercicios que no necesitan ningún elemento adicional, pero sin excusas muévete, muévelos.
En tus manos está y en tu cabeza. Yo te dejo 20 ejercicios en el vídeo que tienes abajo y espero que te sean de ayuda.
Cuida tus brazos, cuídate.