Muchas cosas han cambiado con esta pandemia, desde la forma de trabajar, de relacionarnos, movernos, estudiar, de vivir, en definitiva.
A todos nos ha afectado de alguna manera, por bien que hayamos estado, en casi todas las familias laten, en mayor o menor medida, las preocupaciones que tienen que ver con el futuro y eso, lo queramos o no, nos desestabiliza. Es preciso mantener los pies en la tierra, adoptar una postura realista y no perder el timón. En tiempos inciertos como los que vivimos una buena práctica, a mi entender, es recurrir a la filosofía para buscar iluminación y en este sentido, ninguna voz suena mejor que la de los estoicos para reorientar nuestros pensamientos.
La idea fundamental es que seamos conscientes de qué podemos controlar y qué resulta imposible. Tú no tienes el control de las eventualidades que el destino te trae pero sí de tu percepción de ellas y tu respuesta. Y eso ya marca una diferencia enorme.
Fijaos: podemos cambiar la visión de lo que para nosotros a priori son problemas por una nueva visión, la de retos a resolver, que nos van a volver mucho más fuertes y ese simple cambio de pensamiento va a influir y mucho en nuestro estado de ánimo, y por ende, en nuestra decisión final. Fíjate bien, insisto, los problemas son algo negativo, algo que pesa y deprime. Pero los retos son un desafío a tu fortaleza y te dan la posibilidad de triunfar y eso es algo muy positivo, un chute de energía que puede cambiarte la vida, y quién sabe si detrás de ese reto no llega tu gran momento. El Universo siempre ayuda si atiendes sus señales. Intenta cambiar tu percepción y conseguirás cosas extraordinarias.